La conexión que la ciudad de San Petersburgo ha logrado con la civilización egipcia no tiene precedentes. Descubre en el siguiente artículo cómo las esfinges se convirtieron en el símbolo propio de la decoración urbana petersburguesa, siendo estos los primeros monumentos que decoraron la ciudad desde el siglo XVIII.
¿Quién creería que San Petersburgo tiene vocación de ciudad egipcia? La antigua capital de los zares mira con ojos coquetos a las ciudades del antiguo Egipto, queriendo encontrar en las aguas del río Neva la milenaria historia del Nilo.
Sobre todo, tiene una afición singular por las esfinges, esas figuras mitológicas que a menudo tienen cara de mujer, cuerpo de león, alas de águila y cola de toro. En la ciudad, las hay de muchos estilos; normalmente decoran los puentes, las orillas del río, avenidas y parques, como si el alma de Tebas deambulara por las calles de la ciudad de Pedro el Grande. Si bien buena parte de las capitales europeas han pretendido alguna vez crear una conexión con la civilización egipcia, como ocurre por ejemplo con el obelisco de París, Roma, Washington o Buenos Aires, en el caso de San Petersburgo este asunto se ha llevado mucho más lejos. La ciudad ha hecho de las esfinges un símbolo propio de su decoración urbana.
De hecho, estas estatuas fueron algunos de los primeros monumentos que adornaron Petersburgo y la primera de ellas llegó en el siglo XVIII, cuando el conde Stroganov le regaló dos esfinges que, desde entonces, vigilan a los transeúntes que pasan por la avenida Nevski. Ese era el comienzo de la antigua presencia de estos seres mitológicos, sobre los cuales, como suele ocurrir aquí, existen una serie de leyendas con encantos y maldiciones que despiertan la curiosidad de los petersburgueses.
Si uno sale a caminar por las calles del centro, es probable que en algún momento se cruce con una de ellas. Por ejemplo, la entrada del instituto de minas está bien protegida por una de las esfinges más femeninas. Se trata de una mujer de piedra negra que, con sus garras felinas, parece lista a saltar sobre el primero que se descuide. A ella acuden los estudiantes de la universidad, que se encuentra a pocos pasos para pedirle buenas notas y, sobre todo, inspiración durante los exámenes finales.
Si las hay sensuales, también las hay casi imperceptibles que desafían hasta las miradas más atentas de la ciudad. Ese es el caso de la esfinge que corona el casco de una Minerva en la Biblioteca nacional; es una estatua sobre el frontón de este palacete que a duras penas se puede observar desde la calle.
De la misma manera, no se nos puede olvidar que Petersburgo es una ciudad de música clásica, de compositores, y en eso las esfinges también tienen algo que decirnos. Me refiero a ese par que protege el jardín Petrova que, en vez de cabezas de mujer tienen violines. De ahí que algunos turistas se queden varios minutos tratando de entender qué tipo de ser mitológico puede ser ese. En pocas palabras, es una impresión parecida a la que genera la esfinge de bronce de la orilla Robespierre, instalada hace 15 años para recordar a las víctimas de la represión política. A primera vista pareciera una esfinge normal, salvo que la mitad de la cara es el rostro de una bellísima mujer y la otra mitad es la espantosa cara de la muerte, demacrada, que con su corona egipcia parece un demonio de pesadilla.
Pero si se desea encontrar algo un poco más parecido a lo que es en realidad una esfinge, se debe cruzar el puente egipcio, desde donde se ven algunas de las iglesias más bellas de la ciudad. Ahí se encuentran las 4 estatuas que protegen, con su arrogante sonrisa, ese lugar emblemático de Petersburgo. Se les ve sentadas con su tocado dorado que les cae sobre los hombros, a pocos pasos de donde un día el Raskolnikov de Dostoievski mató a la vieja usurera en su miserable barrio.
Sin embargo, entre todas las esfinges petersburguesas, la más famosa y antigua es sin lugar a duda la que se encuentra frente a la universidad, sobre la orilla del río. Sí, es solo un poco más antigua que las demás, digamos unos 3.500 años; esta es una esfinge original traída desde Egipto en 1832 y alrededor de la cual giran un sinfín de historias, la gran mayoría de ellas trágicas y ligadas a su milenaria mirada. Algunos piensan que su rostro cambia durante el día y que de noche se vuelve un animal siniestro y amenazante. Otros cuentan que si uno se queda observándola al amanecer, le puede causar mala suerte y, los más optimistas aseguran que, desde que llegó a San Petersburgo, ha salvado a la ciudad de varias inundaciones y otras catástrofes naturales.
Como ven, el sueño egipcio de Petersburgo ha durado ya algunos siglos y sus esfinges se encuentran repartidas por la ciudad rodeadas de leyendas. Estos seres han alimentado la nostálgica visión que se tiene en Rusia de ese sur egipcio, con sus templos, sus Cleopatras y Marco Antonios, de pirámides, papiros y el rio Nilo, bajando desde el corazón del África hasta el Mediterráneo. Un Egipto muy lejano que, sin embargo, vive en Petersburgo a través de su mitología.
Excelente historia, gracias.
Muy interesante. Gracias
Gracias, es una delicia leer sus artículos! Y San Petersburgo debe ser un maravilloso museo viviente. Gracias por compartir el video sobre la ciudad! Pregunta curiosa: es cierto que su metro está entapetado y es una galería de arte, no solo de cuadros sino de muebles y lámparas?
Muchos de los obeliscos y esfinges son originales egipcias? Muchas son hechas ahí mismo? Sus creadores son artistas reconocidos?
Gracias otra vez!
Como siempre un artículo muy interesante. Gracias¡¡¡
Gracias, Juan Camilo Vergara, sus narraciones están llenas de vida.
Saludos Patricia
Es sensacinal este block sus escritos me transportan a esos lugares mitológicos para vivir nuevas experiencias en esos lugares. Gracias por compartir estos deleites
Me gustó mucho. Gracias
! Es delicioso leer sus artículos! Mil Gracias .Beatriz
Delicioso relato, voy a ponerme a mirar a ver si encuentro aunque sea algunas de las esfinges mencionadas.
Es imprescindible conocer esta parte de la historia y el porque de tal influencia en Sapetenbrugo y sus alrededores, seguiré indagando para ver si encuentro alguna de esta efinges que con solo su relato me las puedo imaginar.
Gracias.
Me encanta, muchas gracias por tan buen artículo, me parece genial haber encontrado este sitio web.
Mucho arte que belleza, mucha historia , muchas gracias por estos relatos tan completos .
Me encanta el hecho de que como historiador no desdeñas la “ petite histoire” y compartes fascinantes relatos . Además lo haces con una fluidez y un lenguaje que cautiva. Es un placer leer este blog, tanto como escuchar tus conferencias!