La Glotona, o la Goulue como se le conoce en francés, solía pasar de una mesa a la otra con su escote abismal, fabulosa como el mito qué fue, picándole el ojo a un aristócrata aquí y mostrándole las piernas a algún artista allá. Se le veía con sus vestidos sedosos y sus maneras desenvueltas sentársele en las piernas a los hombres y vaciar en segundos sus vasos rebosantes de alcohol.
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