Si hay algo en lo que los franceses son extremadamente hábiles es en aquello de la comida y pastelería. Tienen un nombre para cada postre que han inventado en su antiguo y perfeccionado talento de la repostería y entre mis preferidos se encuentra uno en particular que llamamos el pozo del amor o le puits de l’amour en francés. Uno de esos pasteles de hojaldre relleno de crema o mermelada que le alegran a cualquiera el corazón.
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Los pasajes parisinos
Los pasajes parisinos son otra de las numerosas caras de esta ciudad y hacen parte de esos lugares donde el tiempo parece haberse detenido, donde todo el mundo se conoce y el estrés queda, como por arte de magia, del otro lado del umbral.
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El mercado de Vanves
Hoy vamos a salir a respirar un poco de aire parisino. Vamos a descubrir sus secretos, sus tesoros, su gracia… en otras palabras, vamos a un refugio de vida francesa; un lugar muy querido por la gente llamado el mercado de Vanves, al sur de la ciudad, que encierra una parte de lo que es París.
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En las entrañas de la Biblioteca Nacional
Les comparto uno de mis escritos del 2011:
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El correo de los flojos
¿A cuántos de ustedes les ha pasado que llega la fecha límite de un pago, de una transacción o de un procedimiento cualquiera y salen corriendo como dementes con el afán de cumplir con sus obligaciones? Es más, ¿cuántos no se han rendido ante la angustia al saber que es el último día para pagar los impuestos y empiezan a sudar a grandes gotas como si el mundo se acabara al día siguiente?
Cuando los lobos entraban a París
La Ciudad Luz fue durante siglos el teatro de una relación profunda entre el campo y la ciudad que, a menudo, se convertía en una escena de combate entre humanos y animales. Eso, claro está, antes de que apareciera nuestra vida contemporánea de automóviles, asfalto y electricidad.
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