En Rusia, los grandes representantes de la cultura han tenido siempre una relación ambigua con el poder. Dicen las malas lenguas que el zar Nicolás I estaba enamorado de la esposa del poeta Pushkin y que esa situación llevó al escritor ruso a morir en un duelo por salvar su honor. Se sabe que la amante del zar Nicolás II era Matilda Kshessinskaya, la bailarina más importante de Rusia a principios del siglo XX, y que a José Stalin también le encantaba pasar sus días rodeado de bailarinas de ballet. Y quién negaría la inmensa labor que jugó el violoncelista Mstislav Rostropovich en defensa de la libertad, cuando lo exiliaron de la Unión Soviética y organizó ese emblemático concierto ante el muro de Berlín.
Pues bien, la Rusia contemporánea no es la excepción. Vladimir Putin se encuentra rodeado por algunos de los artistas más importantes del país, que han demostrado su genialidad durante los últimos 20 años. Como antaño, los dirigentes rusos de la actualidad saben que es más fácil influenciar al pueblo ruso a través de la cultura que de la política. Basta leer la correspondencia entre Catalina la Grande y personajes de la talla de Voltaire y Diderot, para saber hasta qué punto el poder ruso ha estado siempre seducido por las artes y la filosofía.
Por eso, uno de los principales aliados del Kremlin hoy en día es nada más y nada menos que el Valeri Guerguiev, quien ha conducido a las mejores orquestas del mundo y es el director del teatro Mariinsky de San Petersburgo, una de las instituciones musicales y teatrales más prestigiosas que existen y cuna del ballet clásico.
Curiosamente, los orígenes de Guerguiev como el de tantos otros grandes talentos nacidos en Rusia, simboliza lo que es esta nación: un país multiétnico, multi-confesional, anclado entre Europa, Asia y el mundo árabe. Así como el gran Nureev era de origen tátaro y la prima-balerina del Mariinsky, Iuliana Lapatkina, nació en Crimea, la familia de Valeri Guerguiev viene de Osetia del Sur, esa región del Cáucaso que fue motivo de una guerra abierta entre Georgia y Rusia en el 2008. De hecho, fue debido a la presión de Guerguiev y sus críticas contra el presidente Saakashvili de Georgia, que Rusia entró en un conflicto armado con dicho país.
Otro ejemplo emblemático es el teatro Bolshoi de Moscú, sede de disputas intestinas de poder entre sus más sublimes bailarines. Y no es que sean simples querellas de camerino, sino que las luchas de poder para hacerse con la dirección del teatro llegan hasta el gabinete mismo del presidente de Rusia. De hecho, el bailarín estrella del teatro, Nikolaj Tsiskaridzé, nacido en Georgia también, es un allegado del presidente y un hombre poderoso en Rusia.
Estas luchas de poder han llegado incluso hasta hechos lamentables, como lo que le ocurrió al director artístico Sergei Filini, a quien le derramaron ácido en la cara para desfigurarlo. El culpable resultó ser uno de los antiguos solistas del ballet Bolshoi, que poco después fue arrestado y condenado a seis años de prisión.
La opinión de los rusos al respecto de la proximidad y afinidad que tienen algunos artistas con Vladimir Putin es bastante dividida. A la mitad de ellos les causa ira ver cómo algunos artistas, que deberían defender las libertades de los rusos, son los primeros en participar de las cuñas políticas del partido de Putin; ven estos hechos como una traición a la cultura rusa y una muestra más de la corrupción que lleva a los poderosos a pensar solo en su bien personal.
Sin embargo, la otra mitad de los rusos está persuadida de que, si estos artistas no se hubieran acercado al poder, jamás hubieran recibido los recursos económicos necesarios para hacer de los teatros rusos lugares prestigiosos, al mismo nivel que los mejores teatros de los Estados Unidos, Europa y Japón.
De hecho, es innegable el prestigio que tienen las compañías del Bolshoi y Mariinsky, que llenan las salas de todos los teatros que visitan durante sus giras internacionales. Además, hay turistas que van a San Petersburgo exclusivamente a ver “El lago de los cisnes” y compran sus tiquetes con seis meses o un año de antelación.
Es muy difícil saber cuál de los dos grupos de rusos tiene la razón sobre sus artistas. Es evidente el alto nivel que tienen, pero también es cierto que callar ante los atropellos que vive el pueblo ruso es contraproducente. Peor aun, mostrarse como amigo de las políticas represivas que aparecen cada vez con más frecuencia es una irresponsabilidad que pueden llevar a Rusia a desconectarse del mundo real.
Pablo Muñoz
Es notorio ver que la cultura y la política van de la mano
MAURICIO MUNERA
Muchas gracias por esta extension a la charla escuchada, me gustaria conocer mas de la situación actual de Rusia, de cara al futuro
Gracias
MAURICIO MUNERA