En la intimidad del distrito 7 de París, entre sus calles elegantes y tranquilas cerca de la Asamblea Nacional y, más precisamente, en el número 30 de la calle Bourgogne, se esconde el Club de Poetas de París. Uno de esos lugares de los que cualquier ciudad podría enorgullecerse, donde el tiempo no pasa, la cotidianidad se esfuma y el espíritu se enaltece. En otras palabras, este es el hogar de Baudelaire, Rimbaud, Lorca, Tsvataeva y muchos otros.
Un lugar de encuentro para los poetas de París
Se trata del lugar de encuentro predilecto de muchos amantes de la poesía, organizado por Jean-Pierre Rosnay, en el que la idea no es otra que oír declamar la poesía, cerrar los ojos y dejarse llevar por la melodía de la lengua francesa en un ambiente familiar y tranquilo. Los asistentes se comportan como en la sala de su propia casa, la gente se sienta a su gusto en los sofás y hay libros sueltos en cada rincón, incluso en el baño.
Varias familias invitadas vienen con sus hijos y todos van formando un club nocturno en el que los asiduos miembros van pidiendo la palabra en orden.
En fin, es un club para volver contagiosa e inevitable la poesía y, en palabras de sus organizadores, “un purificador del espacio mental, el remedio y antídoto contra una existencia robótica”. El Club de Poetas fue fundado en 1961 y es hoy en día un lugar importante para París, que ha acogido a poetas de la talla de Pablo Neruda y Octavio Paz.
El lugar mismo está diseñado para generar respeto, con su puerta masiva de madera por la que van entrando, poco a poco, los invitados. Del otro lado de ese umbral, entre la ciudad y el club, y a partir de las 10 de la noche, se oye un murmullo rítmico y misterioso. A medida que se avanza hacia la famosa sala el murmullo se convierte en una voz pausada, como aquella que recita de memoria este poema de Baudelaire, llamado “Le desir de peindre”, o El deseo de pintar, y que les permitirá sentir por unos segundos el ambiente que se vive en el club.
Así es el ambiente en el club de Poetas, que esperamos siga funcionando por otro 50 años más.
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