Cualquiera que se interne hoy en día en la calle Beauregard, o del “buen mirar”, en español, está lejos de imaginar lo que allí alguna vez se tramó. Nadie sospecharía que en esa tranquila calle de ingenuo nombre, algún día, Catherine Deshayes fabricó en su olla de hierro, y con mucho ardor, las poderosas pócimas, mejunjes y venenos que la hicieron famosa. ¿Quién podría imaginar que tras esas pacificas puertas, la crema y nata del reino de Francia se surtía de las posciones que Catherine les vendía para verter en el vino de las pobres almas a las que querían despedir de este mundo?
Pero Catherine no solo era vidente y envenenadora de profesión: también era viuda, como no es difícil de imaginar. En los tiempos del rey Luis XIV la conocían como la Voisin, nombre de pila en honor a su difunto marido, el señor Monvoisin. Sus andares fueron la causa de uno de los escándalos más famosos que se recuerden en Francia: la Voisin decidió poner sus habilidades al servicio de la amante del monarca. Es fácil hacerse a la idea de lo peligroso puede resultar surtir con venenos y fórmulas enamoradoras a la más celosa de las preferidas de Luis XIV que, perdiendo la gracia de su majestad, llegaría incluso a planear su muerte.
Los archivos del Castillo de Vincennes todavía dan cuenta de la monstruosidad que contaron los testigos. Decían que la casa de nuestra protagonista tenía una puerta falsa a la que se entraba desde la calle de la Luna, tal como lo exigía la selecta clientela de las pitonisas de entonces. De hecho, la profesión de adivina andaba muy de moda por esos años: era una las industrias más prósperas de París y, al parecer, la ciudad contaba con poco más de 300 adivinadoras, y entre ellas la tasa de desempleo era, por supuesto, muy baja.
Por alguna misteriosa razón de la que nadie tiene respuesta, la mayoría de las personas que pasaban por la calle Beauregard eran mujeres que, una y otra vez, le hacían a la Voisin la misma pregunta: ¿Cuándo será que me voy a librar de mi marido?, y cuando la envenenadora las veía muy impacientes, les encontraba algunos líquidos que milagrosamente apuraban herencias y otras libertades.
Pero, tras años de las mismas recetas poco ortodoxas, las cosas comenzaron a tomar un tono espeluznante en la casa de la Voisin cuando Madame de Montespan, la amante del rey, la hizo su bruja de cabecera. No fue sino después de que los servicios de inteligencia de la capital se enteraran de las extrañas andanzas de la Montespan que entendieron el peligro que corría el rey. Al poco tiempo decidieron arrestar a la adivina y sus secuaces y averiguar de una vez por todas si los rumores sobre un posible envenenamiento de Luis XIV eran ciertos.

Se supo entonces que la amante del rey había organizado, no solo más de tres misas negras, sino que las pociones que la Voisin fabricaba se hacían con un rito que causó conmoción en la ciudad. Los testigos afirmaron que de vez en cuando algunas mujeres en dificultades llevaban a sus hijos recién nacidos donde la Voisin, que los ubicaba dentro de un círculo mágico para luego recolectar su sangre. Cuando la policía por fin reunió toda la información que pudo de los 36 cómplices que participaron a esos ritos, se supo que por esa calle habían entrado y salido sin vida más de 2500 bebes.
Para tener una idea de lo que ocurrió en esos meses, este es el testimonio que la hija de la Voisin dio en su interrogatorio, cuando afirmo haber visto que: “se consumieron tres o cuatro bebés en el horno que madame de Montespan trajo para la misa. El señor Gibour tomó un bebe que parecía prematuro, lo puso en un bacina, lo degolló consagrando la sangre con la hostia y comenzó el ritual”. Y aunque la descripción de lo que sigue es en exceso detallada, es mejor que imaginar tan solo la reacción y el espanto de las autoridades y de la gente de entonces.
Pero, lo que nadie se esperaba era que, al mismo tiempo, a las autoridades les llegó la orden de detener la investigación, pues la Voisin y sus secuaces habían comenzado a denunciar a gente muy poderosa en la corte, entre ellas a la favorita del rey. El asunto fue cerrado y la Voisin fue rápidamente condenada a la hoguera, no solo para purificar su alma por medio del fuego, sino para callarla. El 23 de febrero de 1680 la sacaron temprano de su calabozo, semidesnuda y la ataron a un poste ante los aplausos de muchos de los que habrán acudido a sus servicios.
En una de sus cartas, la escritora Madame de Sevigné le describió a su hija el suplicio de la adivina en los siguientes términos: “A la 5 de la mañana le ataron las manos y apareció vestida de blanco; es un tipo de vestido para ser quemado. Estaba muy roja y la veíamos despreciar violentamente al confesor y el crucifijo. Luego, la pusieron en la pira atándola con unas esposas de hierro. La vimos cómo la cubrían de paja y maldecía terriblemente. Repelió la paja cinco o seis veces pero al fin el fuego aumentó y la perdimos de vista. Sus cenizas están en el aire en estos momentos. Así fue la muerte de Madame Voisin, célebre por sus crímenes e impiedad”.
Muy interesante. Gracias
Hola Ana Mercedes, muchas gracias por tu comentario. Esperamos leer de ti pronto.
Me gustó pues no conocía de esta historia.
Hola Josefa, nos alegra mucho que hayas conocido una historia nueva. Un saludo.
Impresionante einteresante historia.
Buenas tardes Myriam, te agradecemos mucho que comentes nuestras publicaciones. ¡Un saludo!
Gracias me encanta leer sus publicaciones
Berta, hola. Qué bueno que sientas agrado al leer nuestras publicaciones.
Impresionante historia…gracias por compartir.
Arturo, buenas tardes. Muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar nuestras publicaciones. Esperamos seguir leyendo de ti.
Me encantan sus publicaciones, mil gracias.
Buenos días Claudia. Muchas gracias por tu comentario.
Muy interesantes estos blog donde conocemos muchos detalles historicos del pasado. Gracias por ilustrarnos con estos contenidos
Muy interesante.me encantan sus publicaciones. Siempre me a gustado la historia. Por medio de este blog encuentro mucha información.gracias gracias gracias.
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Si bien conocía la relación de la Voisin y Mme de Montespan desconocía el tema de los sacrificios y misas negras. Me encantan los entretelones de la historia. Muchas gracias
Todas sus historias son maravillosas.
Es muy enriquecedor conocer algunas de las historias y relatos de esa época y tener la certeza que la humanidad sigue siendo la misma.