Laurent Delarbre es tal vez uno de los chefs más reconocidos de Francia, quien fue amo y señor de la Torre de Plata, el restaurante más legendario de París, desde donde se tiene un panorama privilegiado de la capital. A menudo, Delarbre se yergue sobre la muralla de la torre y observa a París caer en las tinieblas; ve menguar en sus atardeceres a la isla San Luis, con sus calles fantasmales y las orillas del río llenarse de sombras.
Tal vez de esas imágenes le habrá venido la idea de hace unos años, cuando decidió ofrecer un festín digno de un príncipe de los Cárpatos: mostrar sus talentos culinarios a cambio de una líquida y preciosa moneda que todos tenemos, la sangre. Sí, entre el 7 y el 9 de marzo del 2013, se propuso desangrar a los parisinos, hacerles pagar en glóbulos rojos el precio de comer en uno de los mejores restaurantes de Francia.
Y aunque cueste trabajo imaginarlo, lo cierto es que por poco la gente pierde la cabeza por asistir. Llegaron personas de todas las esquinas de París con las mangas remangadas, dándose golpecitos en el antebrazo para descubrir esa tubería azuleja que recorre nuestros cuerpos. Por fin, terminaban con las venas hinchadas, repletas de sangre calientita y fresca, litros y litros del vital líquido que las enfermeras recogían con cuidado cual néctar del Olimpo.
Y al final del túnel, tras pagar de antemano a Delarbre, los esperaban algunas muestras de lo mejor de la cocina francesa. Ahí estaban listos para ser devorados los patés en hojaldre, las cremas de perejil con batido de mostaza en sus picatostes, las ensaladas de lenteja rellena, tartas de manzana y otros panes y pasteles del chef.
Semejante bacanal hizo parte de una fantástica estrategia del Establecimiento Francés de Sangre, la institución encargada de organizar las donaciones de sangre en el país para mantener surtido el banco de sangre nacional. Para atraer a los franceses y promover las campañas que anualmente organizan, inventan todo tipo de programas que conviertan esos eventos en momentos dinámicos y atractivos para todos. El propósito final, más allá de la obviedad de recoger sangre, es hacer de la donación de sangre una acción festiva por el bien de la comunidad.
Para eso, la alcaldía del distrito 5to de París cerró una de las calles aledañas a la Sorbona y contrató al grupo de música “Los amigos del jazz” y un órgano de manivela para que ambientaran la tarde. El objetivo tuvo un merecido éxito porque, en los tres días que duró el evento, se presentaron más de 1,100 personas; un gesto que, anualmente, permite salvar la vida de casi un millón de enfermos en Francia.
A menudo, uno ve a los benévolos circular por las calles de la Sorbona tratando de atraer un máximo de donantes de sangre. Cuando logran pescar a algún desprevenido, a falta de atarlo y llevarlo arrastrado a su encuentro con la jeringa, lo llevan haciéndole miles de cumplidos por su acción. Seducen a sus presas, las hipnotizan hasta que ya no pueden escapar. Algunos temen que una vez entren en el lugar reservado para las donaciones los encierren bajo llave y los conecten a una maquina hasta el fin de sus días, pero la cuestión es más sencilla y rápida que eso.
Un médico debe dar su autorización y, dependiendo de la evaluación médica del donante, luego lo sientan en una camilla donde una enfermera, a menudo sonriente pero implacable, saca una jeringa que esgrime como un sable. Antes de que uno tenga tiempo de pronunciar cualquier sonido inteligible, la señorita lanza su ataque atravesando la piel; remueve su arma en nuestro interior tratando de encontrar alguna de esas venas a las que, por alguna razón, les fascina esquivar agujas.
Luego, y he ahí la historia de nuestro chef de la Torre de Plata, el donante debe tomar reposo y una colación bajo la vigilancia del equipo médico. Las consignas que tienen los médicos para aceptar a los donantes es que deben ser personas entre los 18 u 70 años, con identificación en mano, que pesen al menos 50 kilos y con un nivel de hemoglobina suficiente.
Rodrigo
El título me sedujo. Y me llevó a la posterior lectura, para culminar en una obra social.
Me gustó.
adjcv-user
Buenas tardes Rodrigo. Nos alegra bastante que hayas leído nuestro artículo y que lo hayas encontrado interesante.
María Emilia Ramos Acero.
Juan Camilo, tus relatos como siempre maravillosos. Gracias por compartir. Un abrazo.
adjcv-user
Buenas tardes María Emilia. Gracias por tu amable comentario. Un saludo.
esperanza casas acosta
les felicito por esta gran idea innovadora para apoyar una gran causa como es la de conseguir sangre para los que la necesitan .
adjcv-user
Esparanza, hola. Gracias por tus felicitaciones; aunque la idea no fue nuestra, nosotros solo la publicamos en este blog de forma anecdótica.
diego Cascante
deberiamos implementar esto en Colombia. Por ejemplo aqui en Bogota unirse para hacerlo.
adjcv-user
Hola Diego. Sería muy bueno que pudiésemos replicarlo en Colombia.
Maria Pia Angel
Que buena idea la de este chef.
Siempre hace falta sangre en todos los países
adjcv-user
María Pía, buenas tardes. Es cierto lo que dices. Nos hace falta mucha más empatía al respecto.
TATIANA ARANGO WILLIAMSON
Muy agradable leer estas curiosidades.
Gracias.
Tatiana
adjcv-user
Tatiana, hola. Te agradecemos mucho que comentes nuestras historias.
María Cristina Carvajal
Simpática y sorprendente historia.
Gracias por estos agradables momentos que pasamos leyendo sus escritos.
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Buenas tardes María Cristina. Qué grato leer que nuestros escritos te hace pasar buenos momentos. Esperamos seguir leyendo de ti prontamente.
Maria Isabel
Imaginé cualquier cosa, menos el desenlace. Fabuloso.
Maria
Si bien donó sangre cuando me li han pedido, en el caso de la Tour d’Argent hubiera ido más motivada. Interesante