En la historia ha habido muchas ciudades imaginarias. Las ha habido suntuosas como en Las mil y una noches, celestes como la de Agustín de Hipona o legendarias como en el caso del Dorado.
Más recientemente, también han existido ciudades secretas, “cerradas” e incluso destinadas a perecer. Me refiero a las ciudades militares de la Unión Soviética, al bunker del gobierno norteamericano en Virginia y a aquellas maquetas de talla real que en los años 50 servían para hacer pruebas nucleares. En pocas palabras, se trata de ejemplos parecidos a lo que fue el falso París de principios del siglo XX, del que poco se sabe.
Al orgullo francés no le bastaría con su suntuosa capital, aquella literaria urbe que es París y que se jacta de ser el lugar más visitado del planeta. No, no era suficiente, había que elevarla al rango de lo inaudito, como ocurrió durante la Primera Guerra Mundial, cuando los estrategas franceses decidieron crear un París falso para engañar a los pilotos alemanes.
Sí, París tuvo una vida paralela, o por lo menos parte de ella, durante esa horrorosa guerra que acabó en 1918. La idea fue un inmenso ejemplo de distracción militar que pretendía divertir la atención de bombarderos perdidos en busca de las luces parisinas.
En esos años la guerra llegaba a su fin y los estrategas franceses se preocupaban de ver la importancia estratégica que adquirían los bombarderos alemanes. Eran los años en los que los pilotos lanzaban decenas de bombas con sus propias manos y el legendario Barón Rojo surcaba impunemente los aires de Europa; cuando el radar no existía y los aviones debían volar a la deriva en busca de sus presas.
Si a finales de ese año los alemanes hubieran llegado con una de sus escuadrillas a París se hubieran encontrado con dos ciudades idénticas desde los aires. Dos capitales con estaciones de tren, apartamentos, bulevares y plazas, sin saber cuál sería la verdadera.
La historia de esa falsa París nació en 1917, cuando los proyectores militares hacían su aparición en las ciudades para vigilar los cielos y los primeros bombardeos alemanes se llevaban a cabo sobre Londres. Una práctica que sería utilizada masivamente durante la Segunda Guerra Mundial. Para ese entonces los parisinos trataban de protegerse instalando lámparas de acetileno al norte de la ciudad que imitaban las calles de la ciudad y despistaban al enemigo.
Un año más tarde el proyecto cobraría fuerza hasta llevar a los dirigentes franceses a querer hacer, no solo unas cuantas avenidas parisinas, sino una réplica de toda la ciudad. Tan solo debían escoger uno los brazos del río Sena similar al que atraviesa París para fabricar este engaño y que terminaría siendo un suburbio llamado Maisons-Lafitte.
El ejército no tenía los fondos suficientes para crear otra ciudad, por lo que hicieron un llamado al sector privado para que fuera su artífice. Luego encargaron del proyecto a Fernand Jacopozzi, el hombre que había instalado la primera iluminación de la Torre Eiffel y los Campos Elíseos. La idea era imitar las estaciones de tren del Norte y del Este, así como las principales fábricas de la capital. Además, el ingeniero tenía que imitar el tren periférico, las principales avenidas y, sobre todo, inventar un dispositivo parecido a una locomotora que saliera del centro de la ciudad con luces y chimenea y llegara 2 kilómetros al norte.
Debían tener, además, un poco de tacto para crear una pantomima semejante. No se podía llenar el París ficticio con reflectores creyendo en la ingenuidad de los aviadores. De ahí que el ejército se haya decidido por una mezcla de luces blancas, amarillas y rojas y una iluminación lateral imitando la vida cotidiana en los hogares, sin contar con los vapores propios de una ciudad o las señales ferroviarias.
A pesar de todos los esfuerzos, la ciudad paralela solo fue construida a la mitad, luego de la última incursión alemana de la guerra en septiembre de 1918. La que estaba destinada a arder en vez de la original nunca fue puesta a prueba, tal como lo muestran algunas fotos publicadas el 6 de noviembre en el Illustrated London News de 1920. Un artículo citado por primera vez y para sorpresa de todos, en un blog Inglés llamado Ptak Science Books que, contrariamente a los bombarderos alemanes si encontró la falsa ciudad luz. Inspirados en este ejemplo sabremos que la próxima vez que volemos sobre París tendremos que estar pendientes y buscar bien por la ventana del avión la silueta de la gemela de París.
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Maria Pia Angel
Muy interesante no conocía esa historia.
Carlos Orduz
Muy interesante artículo, Juan Camilo, los Ingleses si lo lograron en la segunda guerra mundial, lograron despistar al ejército alemán y lograron ocultar el canal del suez y la invasión de Normandía
Beatriz Moreno
Siempre temas interesantes y poco conocidos, gracias a la vez que ilustra es agradable
Andres
Siempre Paris con algo inteligente, para preservar las joyas allí existentes….
“Paris vale una misa”
Claudia Fadul de Ospina
Gracias por poder conectarme a su blog! Muy interesante. La historia es apacionante por su naturaleza cambiante, inimaginable e impredecible.
Jimena
Hacerle la pelota a alguien…
Shari
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