Han sido pocos los años en los que la historia rusa no ha estado marcada por una guerra, batalla o escaramuza. Ni siquiera la Rusia contemporánea se ha podido deshacer de su belicosa fama tras las dos guerras de Chechenia y la de Georgia en el 2008.
Pues bien, no es raro entonces que sus ciudades más antiguas estén construidas sobre fortificaciones medievales y que la región de San Petersburgo se encuentre rodeada de fuertes en ruinas sobre tierra, mar y ríos. Uno de ellos se llama el Fuerte de Oreshek o Fuerte de la nuez que, olvidando su triste pasado -sobre el que volveremos-, resulta de una belleza absoluta, dominado, en la entrada, por el lago Ládoga y el nacimiento del río Neva que baña a Petersburgo. Es uno de esos lugares en los que es fácil sentirse lejos de todo lo conocido, en un mundo apartado al que pareciera que no le pasan los años, envuelto en el silencio y la paz propios de la naturaleza septentrional de Rusia. Un sitio, en pocas palabras, cerca de la frontera de la humanidad en el que uno entiende que un poco más allá se acaba la civilización, donde no hay ciudades sino bosques y bosques hasta llegar al océano Ártico.
Se trata de una isla dominada por torres y gruesos muros que vigilan el lago desde la Edad Media, coronada por techos rojizos que se reflejan en las aguas turbias del río Neva. En pocas palabras, si lo que uno busca es un sinónimo de nostalgia, es entre estos nubarrones y sus reflejos grisáceos sobre el agua que puede encontrar una perfecta definición. De ahí que desde lejos se entienda que este lugar haga parte del patrimonio mundial de la UNESCO, a pesar de que prácticamente no haya turistas y los que hay son unos verdaderos héroes, porque llegar a este lugar se acerca a una proeza aventurera.

La historia de este fuerte es tan convulsionada como la historia rusa en donde, en varias ocasiones y durante varios siglos, los suecos, lituanos, finlandeses y rusos se han hecho la guerra. Su fecha de nacimiento se ubica en algún breve cese de hostilidades durante el siglo XIV, a penas el tiempo necesario para que los rusos lograran construir un fuerte y defender sus fronteras ante los suecos. Pero acá empieza lo interesante de esta historia, porque la fuerte ha tenido más amantes que cualquier personaje de telenovela. Resulta que de los rusos pasó a manos de los lituanos y, por ende, de los polacos, bueno, eso antes de que los suecos por fin lograran tomarse la isla. Tras varias batallas y con la llegada de Pedro el Grande a esta región, en 1702, Rusia terminó por recuperar el fuerte de la nuez y por expulsar de una vez por todas a los suecos.
Y como le ocurre a todo fuerte ruso que pierde su interés estratégico, el emperador decidió convertirlo en hotel. Si, digámoslo en esos términos para no mencionar la palabra cárcel, a donde mandó a pasar el resto de sus días nada más y nada menos que a su hermana María Alekseyevna y a su primera esposa. Desde entonces los inquilinos fueron muchos y muy famosos, como el zar Iván VI que fue a parar a una de sus habitaciones en 1756 tras una revuelta palaciega. En el siglo siguiente el fuerte recibió a varios otros personajes de la nobleza rusa: muchos de los decembristas, esos aristócratas que quisieron importar las ideas republicanas a Rusia y que fueron aplastados por el zarismo. Incluso en el siglo XX su función siguió siendo la misma y por sus muros pasaron varios de los revolucionarios bolcheviques que luego acabarían con la monarquía, entre ellos Mijaíl Bakunin y el hermano un personaje importantísimo para la historia rusa, Vladimir Illich Lenin.
Así, la atmósfera de este sitio no se debe solo a su paisaje boreal, sino a un pasado lleno de cadenas perpetuas y batallas terribles, como la que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un puñado de soldados impidieron que los alemanes cercaran por completo a San Petersburgo. Desde sus muros dispararon para proteger lo que se conoce como el camino de la vida, esa vía gracias a la cual durante algunos días de invierno el ejército pudo enviar camiones con provisiones para salvar de la hambruna a la población, y que pasaban a toda velocidad sobre el hielo del rio Neva para evitar las bombas alemanas. Esa fue la última gran batalla del Fuerte de la nuez, una de las muchas que ha visto y tal vez la más dura de todas.
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QUE HISTORIA TAN INTERESANTE SOBRE LA HISTORIA DEL FUERTE DE LA NUEZ. GRACIAS!
Hola Adriana, con mucho gusto. Gracias por tu comentario.
Me gustan mucho sus historias. Gracias.
Muy interesantes sus historias, soy asiduo lector de ellas, nos da a conocer detalles de la historia universal prácticamente olvidadas y omitidas por los maestros,
Hola Óscar, qué bueno que lo disfrutes así, esa es la idea. Un saludo.
Interesante artículo! Gracias Camilo y sigan disfrutando su viaje por la eterna Rusia.
.Me fascinan todas éstas historias. Gracias por enriquecer nuestro conocimiento
Como siempre, muy interesante.
Ud abre nuevos horizontes en la historia, nos hace descubrir cuentos diferentes
Gracias