Desde que, en 1668, el rey de Portugal le regaló un elefante africano al rey Luis XIV de Francia, se ha importunado muchas veces al elefante. La última ocasión en la que alguien perturbó su relativa calma fue en el 2013, cuando un hombre entró al Museo de Historia Natural de París con una motosierra para quitarle sus colmillos. De nada le sirvió al pobre elefante el cariño que en su momento le profesó
En las entrañas de París
El vientre de París está lleno de huecos, como el de un queso gruyere. Lo recorren varios ríos y kilómetros de cables, tubos y huesos. Si rebanáramos a la ciudad por capas y fuéramos mostrando tajada tras tajada, veríamos cómo la vida en el subsuelo tiene sus propias leyes, su historia y sus personajes. Cuenta, por ejemplo, con avenidas y calles en sus cloacas donde se lee el número de cada casa de la ciudad y con interminables túneles en sus catacumbas.
La cita celestial de Magdalena
Dominique Lesbros narra, en uno de sus cuentos, una particular historia sobre la iglesia de San Pablo en París. Esta anécdota revela la picardía de las historias populares francesas, pues cuenta la vida de una devota en el siglo XVII y su encuentro poco ortodoxo con San Pablo. Esto es lo que se sabe de Magdalena y su cita celestial: